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  • Foto del escritorSOFI STAVROU

Mi primera vez en Marruecos

Hace años que quería conocer Marruecos. Lo tenía en mi bucket list pero por algún motivo nunca le daba prioridad. Este año tenía una semana extra en mis vacaciones por Grecia y Barcelona y ni lo dudé: elegí destinarla a esta ciudad del norte de Africa a la que siempre quise “cruzar” en alguno de mis veranos europeos.


Lo primero que pensé cuando el taxi entró a la Medina en búsqueda de mi riad fue: ¿por qué tardé tanto en venir? Quedé fascinada con la vida de su gente en las calles y ese ritmo precipitado pero a la vez apasionante que llevan los locales: las motos zigzagueando sin frenar, el mercado con los diferentes colores, aromas y texturas de sus productos, los chicos jugando en la vereda, las construcciones antiguas, los pasadizos de piedra, los llamados a la oración que se escuchan desde cualquier lugar en el que estés, las sonrisas tímidas de las musulmanas cuando las mirás a los ojos y las saludás con una sonrisa.

Cada día en Marruecos fue una aventura diferente en la que probaba un nuevo plato (¡amé la comida marroquí!), conocía un nuevo museo o algún rincón exótico, aprendía alguna palabra en árabe o berebere (me pasé el viaje diciendo “chucrán” que en árabe significa “gracias”), perdía el medio a algo desconocido o conocía a alguien que me acercaba un poco más a la cultura y que me compartía su historia de vida, como Isabel la dueña y anfitriona francesa de Riad Vert Marrakech o Said, quien nació en Marruecos y es el creador de las mejores experiencias locales detrás de Real Morocco Tours y Orient Desert Camp y quien estuvo a cargo de mi experiencia inolvidable en el desierto.

Dicen que uno siempre vuelve a los lugares donde fue feliz: por eso ya sé que Marruecos será uno de esos lugares a los que elija volver.


¿DÓNDE HOSPEDARTE?


Es lo primero a tener en cuenta al momento de organizar el viaje a Marruecos porque el hospedaje y la ubicación van a ser claves para la comodidad y el disfrute del itinerario.

Mi recomendación es que elijas el hospedaje dentro de la Medina, el casco histórico de la ciudad, para vivir una experiencia mucho más cercana a la cultura local. Tené en cuenta que, aunque al principio pueda darte otra impresión, la Medina es totalmente segura tanto de día como de noche, sobre todo durante el verano que la gente está siempre afuera y hay más movimiento.

El riad que elegí para mi viaje es RIAD VERT MARAKECH y lo volvería a elegir si tuviese que organizar todo nuevamente porque ni bien llegué me sentí como en casa, en calma y a gusto, y eso no es algo muy fácil de lograr en un destino tan diferente al propio.

Este riad está ubicado en el corazón de la medina, cuenta con 7 habitaciones (divinas), una terraza con jacuzzi e incluye el desayuno casero. Además ofrece un menú de masajes y un restaurante en su patio interno con reserva (¡el tajine de pollo es exquisito!).

Si querés conocer más detalles podés leer mi reseña completa con mis preferidos de Riad Vert Marrakech.


LO QUE NO PODÉS PERDERTE EN MARRUECOS


RECORRER LA MEDINA Y EL MERCADO



La Medina es una especie de casco histórico en la ciudad, rodeada de una muralla que antiguamente funcionaba como protección. Hoy en día, dentro de la Medina, hay diferentes barrios y es donde vas a encontrar la vida local en constante movimiento.

Las calles son estrechas y laberínticas y es muy fácil perderse asique mi recomendación, si no tenés datos en el teléfono para usar Google Maps, es que bajes la aplicación Maps.me que funciona sin wifi y va a salvarte las papas.

No tengas miedo de salir a caminar (y perderte, literalmente) entre las calles de la Medina: es una experiencia sensorial que no puede faltar en tu paso por Marruecos. Eso sí, tené cuidado con las motos porque pasan a toda velocidad y sin reparos en los turistas (¡o esa es la sensación que dan por lo menos!)

Visitá el Zoco (el mercado callejero) y tentate con todos sus productos regionales o las piezas hechas a mano que venden en sus puestos: hay desde especias y aceites hasta zapatos de yute trenzados y alfombras.

Después de las 19 horas no dejes de conocer la plaza principal de la Medina, Jemaa el- Fnaa y tomar un té de menta en alguna de las terrazas que hay alrededor para ver el atardecer.


VISITAR EL MUSEO DE YVES SAINT LAURENT



Te guste o no la moda, el museo de Yves Saint Laurent merece una visita y un recorrido en exclusiva por su arquitectura imponente, su puesta en escena entre las calles antiguas, las palmeras, las fuentes y los cactus, su boutique y Le Studio, su restaurante de estilo.

Además, la historia del fundador de la marca es súper interesante y podés conocerla a través de un video homenaje que pasan en la sala del auditorio.


CONOCER EL JARDÍN MAJORELLE



Es uno de los jardines más místicos de Marruecos: en 1966 Yves Saint Laurent y Pierre Berge, su socio y pareja, lo compraron para evitar que las empresas constructoras de hoteles lo hicieran desaparecer. Algunos años más tarde decidieron vivir ahí, en la casa azul y amarilla diseñada por el pintor francés Jacques Majorelle a la que rebautizaron como Villa Oasis.

Además de los jardines y la casa, se puede visitar el Berber Museum, un museo dedicado a la cultura berebere, los primeros habitantes de Marruecos.

Y también cuenta con un café divino en medio de un patio interno y rodeado de árboles y balcones: ideal para hacer una pausa en el recorrido y descansar a la sombra.

Para información de días y horarios de visita podés chequear su página web actualizada.


DÓNDE COMER



LE STUDIO

Es el café restaurante del Museo Yves Saint Laurent y toda su carta es mega tentadora: desde los jugos y smoothies frescos hasta la cazuela de ravioles con menta más potente.

Mis elegidos: una entrada de cous cous, la selección japonesa (creo que es el mejor sushi que probé en mi vida) y un jugo de zanahoria, naranja, manzana y jengibre.

Y la panera merece una mención aparte: olivas, humus, pan de pita calentito, grisines con semillas y tiras de zanahoria, pepino y apio con un queso untable con hierbas apenas picante.


NOMAD

Dentro de la Medina, a pocas cuadras de la plaza principal, las terrazas de Nomad son un must para un almuerzo tardío o una comida debajo de las lucecitas colgantes y las estrellas.

La carta prioriza productos orgánicos y tiene platos locales y recetas típicas de Marruecos pero con toques modernos y personales.

Mi preferido fue el Roast Whole Organic Spring Chicken con vegetales y salsas caseras de harissa y chermoula.


CAFÉ DES EPICES

Justo enfrente de Nomad está este restaurante al que no llegué a ir pero que me lo recomendó Isabel, anfitriona de Riad Vert, y ya está en mi lista para el próximo viaje.

Dicen que las hamburguesas caseras son espectaculares y que la estrella de los postres es el plato de naranjas maceradas con miel y canela.


CÓMO MOVERTE


Dentro de la Medina y a las actividades mencionadas anteriormente podés manejarte caminando, son distancias de entre 20 minutos y media hora aproximadamente.

Sino, mi recomendación es que le pidas al riad en el que te hospedes el contacto de un taxi de confianza para organizar con él los traslados (los taxis de la calle pueden decepcionarte cobrándote tarifas que no son reales).


TOURS A MEDIDA Y GUÍAS LOCALES

Si preferís organizar actividades a medida o contar con el acompañamiento de un guía local (¡lo recomiendo si viajás sola!), no dudes en contactar a Said de Real Morocco Tours: ¡es el mejor de Marruecos!


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